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viernes, 11 de febrero de 2011

En uno de los trayectos hacia mi casa

Iba hace un año en la ruta 168 que me dirige hacia mi casa. En una de las paradas que estan ubicadas en la esquina del mercado oriental, especificamente por la carioca. Mire una esena muy conmovedora. Esa esecena me motivo a profundizar sobre lo que pasa con huele pegas en el Mercado.

Esta fue una de mis Aventuras por el mercado.

Una droga pegajosa
 Joazka Zamora

¿Alguna vez te has puesto a pensar qué manos fabrican los famosos churritos dulces y tostados que se venden en el mercado oriental? Pues muchos de estos fabricantes son algunos de los huele pegas que habitan este centro de compras. Todo eso como una forma de ganarse el sustento del día, pero no es el alimento. Sino lamentablemente un vicio pegajoso como la pega.

Las seis con 18 minutos. El anochecer de un jueves. En el mismo lugar donde suelen reunirse: la esquina de la Carioca, ubicada en el mercado oriental. Llega uno a uno buscando refugio donde albergar esa noche. Muchos de ellos acostados sobre cartones viejos a hediondos a berrinche de varios días. Con manos casi encarnadas a un envase de Gerberg (colados) y gaseosa, cuyo contenido es: pegamento para zapatos.

Mujeres, hombres, jóvenes inclusive niños desde unos diez años de edad, están concentrados en esa esquina. Donde lo único que se logra visualizar son los tramos cerrados. Atrás, una iglesia católica que se prepara para dar inicio a una misa. Todos ellos sucios, con el cabello maltratado, tieso y de color amarillento por la extrema desnutrición que presentan.

Ellos no tienen cuidado, ni vergüenza de lo que está ocurriendo. Lo que menos les importa son las personas que circulan. La vida y lo que los sustenta, es la pega.

La carnada perfecta
Por un lado una joven con casi veinte años de edad (a la que llaman Sindi), aspira el pegamento e inicia a reír a carcajadas con el resto de personas en el lugar.

De pronto, Sindi se levanta. Según ella, se ordena el cabello y con el blúmer sucio, donde mostraba el abdomen que con seguridad tenía lombrices por la exagerada inflamación que reflejaba. Con licras, chinelas y sin faltar un envase de pegamento en sus manos, se dirige hacia un guarda de seguridad de uno de los almacenes del lugar. Aparentemente ella hacía insinuaciones sexuales al hombre.

Estas personas sumergidas en este pegajoso vicio son la carnada perfecta para los hombres del mercado. Sindi al ser rechazada por el hombre le dijo una retahíla que hace pensar o entrar en duda acerca de lo que ocurre en el lugar cuando nadie los ve.

_”huy ve, de que se las tira este maje, solo verga sos, haciéndote el trabajador abnegado. Mierda”, se le escuchó decir.

Esas palabras se escucharon a gritos con voz arrastrada y sarcástica por la calle principal del merado.
_”solo mate, bien que todas las noches me buscas para coger”, repetía a gran voz.

El vigilante, con mucha vergüenza y furia a la vez la corría haciendo de señas que estaba loca.

Ciertamente las razones son muchas y aunque muchas veces resulte difícil para la sociedad comprender a estos sujetos; el desamparo, la falta de afecto, inclusive hay quienes nacen dentro de ese círculo, porque sus progenitores los han marcado. Por razones como esas y más, estos llegan a cometer actos como: robos, violaciones, rencillas y asesinatos en casos extremos.

Quizás no sean lo que creemos
Personas semejantes a estas sumergidas en un vicio como tal, no son totalmente peligrosas. Lo contrario. La baja autoestima, moral y sentido integro los lleva a cometer actos como los mencionados. Todo eso como parte de una defensiva hacia quienes en un momento les han dañado, según la psicóloga Zayda Acevedo.

¿Ha sentido temor al pasar cerca de una de etas personas? ¿Inseguridad? ¿Ignora lo que hacen? Pues a ellos les sucede completamente lo mismo, sus neuronas se mantienen completamente alteradas, lo que genera nerviosismo. Como resultado de este ellos temen a que les hagan daños al ser golpeados, arrestados, inclusive sufren al pensar que les desprenderán de una adición que les produce satisfacción a algunos. Sin embargo tratan de ignorar a las personas consientes como una estrategia para hacer saber que ellos no se están metiendo con ellos, dio a conocer Cintia Paola, una adolecente rescatada por uno de los hogares de acogidas temporal de Villa Libertad.

A pesar de no ser seres de fiar, su actitud es amistosa o accesible, si se les muestra confianza. Hay quienes tratan de buscar un medio de trabajo para poder mantener el vicio y a pesar de no ser una buena opción para continuar por ese pegajoso camino es increíble saber cómo estos pueden elaborar su propio negocio y como muchos de los que leen este artículo han contribuido, agrego la psicóloga Zayda Acevedo.
Mejor hambre que escasez

El punto de trabajo es un parque antiguo que se ubica detrás del Súper Mercado La Colonia de Ciudad Jardín. Ahí se reúne parte de este grupo de hule pegas quienes empacan las famosas bolsas de churritos. Sin tomar medidas de higienes algunas.

Una vez que el producto se ha empacado se disponen a continuar con el resto del trabajo. El mayor propósito es vender suficiente para logar obtener el pegamento, como si este fuese el pan de cada día. Evidentemente regresan una vez que han vendido el producto o cuando al menos han sacado para un bote de pega. Solo así regresan para comprar “el sustento”. Sí, el sustento que les cuesta obtener, porque el alimento es algo que está a su alcance.

En la misma esquina de la carioca, uno de los niños que se encontraba en el punto de concentración (la esquina), salió a la acera el lugar. Aparentemente el hambre lo había invadido y recogió una bolsa con restos de comida. La compartía con una mujer que aparentemente era su mamá.

Era impresionante ver esa escena: una comida de varios días, en estado de descomposición, se había convirtió en un platillo exquisito para aquella mujer y aquel niño. Devoraban la comida sin casi poder respirar.

Es por ello que obtener el pegamento muchas veces resulta más difícil que obtener alimento alguno, porque la comida es algo que rebuscan por el mercado, conformándose con los restos o sobras. Sin embargo el pegamento es algo que sus proveedores jamás les facilitaran de gratis.

Es lamentable ver como jóvenes y adolecentes se ven envueltos en esta nube pegajosa. Jóvenes que en algún momento de sus vidas se proyectaron y trataron de alcanzar una meta.

Tal es el caso de un jovencito de 14 años (inhalador de pega), quien por temor no dio a conocer su nombre. Describió un poco de lo que recuerda haber sido de su vida antes de estar en ese lugar. Menciona haber pertenecido a un hogar extremadamente pobre. Donde vivía junto a sus hermanos mayores, todos vendedores de agua. Su madre por lo visto una mujer desinteresada en el progreso de estos. Sin embargo él, anhelaba estudiar y trabajaba mucho vendiendo agua, para lograr recoger un dinero e ir con uniforme nuevo cada año a clases.

El joven adolecente sonrío y dijo:”por vago me fui de mi casa y deje de estudiar”.
El estaba muy pequeño y no recuerda de qué edad llegó a esa nueva familia, afirmó dando un abrazo a dos de los jóvenes que estaban junto a él.

_“He debatido con colegas mucho ese tema y eso es lo que sucede cuando los niños carecen de amor y apoyo familiar. Estos tratan de buscar una salida a su problema y todo lo que sea atención puede ser mejor que estar en sus hogares. Peor cuando sufren violencia”. Mencionó Ernesto Castro, estudiante del último año de la carrera de psicología.

A demás de estar marcados por ese vicio, están unidos como una familia. Ellos se escuchan, ríen, comparten alimentos, pero lo único que no comparten es la pega.

La actitud desesperada que toman varios de estos cuando el pegamento llega a su fin los empieza a meter en rencillas. El pegamento es algo sagrado que no están dispuestos a regalar.

_”dame hijueputa”
_”no me jodas compra tus cosas, sos un vivían acabas con lo tuyo y ahora queres lo de nosotros”.
_ “jala,jala,jala”.

Dos de las personas empezaron a pelearse por el pegamento. El resto ignoró la situación, e iniciaron a hacer barras a estos para que la pelea continuara.

Una droga legal
Algunas de las personas que les facilitan la droga o pega a estos sujetos, muchas veces resultan ser sujetos que se encargan de reparar zapatos en el sector del gancho de camino. Eso como una evidencia clara. Sin embargo muchos otros que realizan el oficio de zapateros proveen el pegamento. Permitiendo que cualquiera adquiera ese vicio con facilidad, debido a que el pegamento más que una herramienta de trabajo resulta ser una droga.

_“Hasta hoy no existe una ley que prohíba la venta libre de este producto tan dañino, catalogada para muchos como droga. Hace un tiempo se prohibió la venta a menores de edad. Así que cualquiera puede llegar, comprar y hasta darlo como obsequio”. Dijo con ironía la abogada María Pérez.

_”No existe ni como denunciar un expendio”, agregó la licenciada Pérez.
Resulta difícil poner en juicio a una joven embarazada, que inhala pega. Pues esta es mayor de edad. Así que puede adquirir el producto cuando desee, pero mientras ¿quién vela por el niño que está en el vientre, Si ella manda sobre sus actos y cuerpo?

Soraya, enfermera del hogar de acogida temporal de Villa Libertad reporta que existen hogares que albergan a niños y personas que tienen el deseo de enmendar sus vidas. Sin embargo se ayuda al que tiene la voluntad, a pesar de que la niñez sigue destruyéndose en vicios de tal índole. Sí se pueden rescatar llevando a estos a centros por ser menores de edad, pero de igual manera huyen para regresar a lo mismo. En el caso de la joven embarazada, hay posibilidades de ayudar al bebé. Esto una vez que haya nacido, porque ella no está obligada a permanecer en un centro de ayuda.

Mientras tanto el bebé sufre y de igual manera se forma con la adicción. Ellos desde el embrión se desarrollan con mal formaciones, incapacidades, inclusive ya traen el problema de adicción en la sangre. Resultando más complicado que estos dejen la ansiedad por consumir el producto, aclaró la Doctora Claudiett Téllez, ginecóloga del Hospital Alemán Nicaragüense.

Si no existe voluntad, no existe reducción de personas en tal vicio. Si no hay conciencia sana, difícilmente sabrán que hacer, porque sus mentes están entumidas en una laguna de pegamento, explicó Soraya.
Así como Sindi continua oliendo pega y de un lado a otro camina con mucha ansiedad, hablando sola, alejada de su círculo. Muchas otras vidas toman el rumbo que en algunos de los casos es un aferrarse a algo que les obliga a estar ahí. Las razones son muchas: el desamparo, la falta de afecto, violencia, y quienes sus padres los marcan de nacimiento uniéndolos en un mismo sentir: la pega.

Mientras muchos comen churritos e ingresan a la iglesia donde hay una misa, para buscar salvación, estas y muchas personas más, inconscientemente están sumergidos en la perdición.

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